El viaje de los fundadores

Un viaje desde el diagnóstico erróneo hasta el descubrimiento

El camino de David hacia la salud estuvo marcado por diagnósticos erróneos, frustración y una búsqueda incesante de respuestas. Todo comenzó con una misteriosa dolencia que lo dejó luchando contra una cascada de síntomas debilitantes. Durante seis largos meses, David se sometió a múltiples tomografías computarizadas, resonancias magnéticas y más de 80 análisis de sangre diferentes. Su salud se deterioró rápidamente, marcada por una asombrosa pérdida de 55 libras, dientes rotos, pesadillas, ansiedad, ataques de pánico y una persistente confusión mental.

A pesar de la batería de pruebas, lo único que los médicos pudieron ofrecer fue un diagnóstico de pancreatitis leve, basado en un nivel de lipasa ligeramente elevado en su sangre. David sabía en su corazón que este diagnóstico no se alineaba con la intensidad de su sufrimiento. En 2006, Internet estaba muy lejos del vasto recurso que es hoy y era difícil encontrar información confiable.

El punto de inflexión llegó cuando David se dio cuenta de que si no tomaba el asunto en sus propias manos, su salud seguiría deteriorándose. Decidido a encontrar respuestas, se embarcó en una misión para buscar orientación de profesionales médicos. Hizo múltiples donaciones a juntas médicas y foros médicos, creando una red digital con la esperanza de encontrar un salvavidas.

Entonces intervino el destino. La búsqueda de respuestas de David lo llevó al foro en línea de la Facultad de Medicina de Maryland. Con una sensación de resignación y desesperanza, publicó sus síntomas y su historial médico, sintiendo que podría ser su último recurso. Fue un disparo en la oscuridad, un grito de ayuda de un hombre que había soportado seis meses de agonía.

En 24 horas, llegó una respuesta: un salvavidas de un médico a más de 2000 millas de distancia. Este médico compasivo se había tomado un tiempo de su apretada agenda para relacionarse con quienes sufrían. Después de revisar cuidadosamente las exploraciones, los análisis de sangre y el historial médico de David, el médico compartió su opinión: era posible que David tuviera la enfermedad celíaca.

Seis meses, diez médicos, múltiples visitas a urgencias y consultas con especialistas no habían aportado claridad. Pero solo hizo falta un médico, un extraño compasivo que cruzó el abismo digital, para brindar un rayo de esperanza. La perspicacia del médico encaminaría a David hacia el descubrimiento.

Armado con esta nueva pista, David prosiguió con más pruebas y confirmaciones. En 2006, las pruebas fecales eran el estándar de oro para confirmar la enfermedad celíaca y los trastornos autoinmunes y alergias relacionados. Puede parecer poco atractivo, pero para David fue la clave para descubrir la verdad.

A través de una serie de pruebas y análisis fecales, David confirmó el diagnóstico que se le había escapado durante tanto tiempo. La enfermedad celíaca era la culpable de su sufrimiento y el viaje para comprender su condición apenas había comenzado.